Que Dice La Biblia De Los Malos Esposos?
¿Qué dice la Biblia de los malos esposos? – “Si alguno no provee para los […] miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe. ” ( 1 Timoteo 5:8. ) Dice , “Porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
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¿Qué dice la Biblia cuando ya no hay amor en el matrimonio?
‘Si alguno no provee para los miembros de su casa, ha repudiado la fe y es peor que una persona sin fe. ‘ ( 1 Timoteo 5:8. ) Dice, ‘Porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. ‘ 1 Corintios 6:18.
¿Qué dice la Biblia acerca de los problemas de pareja?
La Biblia guarda entre sus versículos referencias hermosas acerca del amor de pareja. A pesar de que fueron escritas en otros momentos de la historia, su valor no pierde vigencia para las parejas cristianas que viven en la fe y profesan su amor por el otro honrando a Dios y a su familia.
- La Biblia enseña el respeto a los demás, y en las parejas este respeto se debe elaborar y reproducirse en un diálogo continuo donde ambas partes tengan la oportunidad de presentar su punto de vista, sus sentimientos y sus perspectivas acerca de un tema;
Las dificultades en una relación de pareja deben ser el momento en que se unan más en su fe para superar dichos problemas y salir fortalecidos. La lectura de estos pasajes en pareja puede ser una buena excusa para pasar un momento juntos, lejos del ruido del día a día, un momento de reflexión en el que se disfrute de la compañía de otro y se abra esa puerta al diálogo acerca de cualquier tema. Aquí te presentamos algunos de los pasajes bíblicos más memorables acerca de la pareja y recuerda que en buenos o malos momentos con tu pareja, Dios y su amor siempre están ahí para guiarte:
- “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
- “Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser”, Génesis 2: 24.
- “Así que Jacob trabajó siete años para poder casarse con Raquel, pero como estaba muy enamorado de ella le pareció poco tiempo”, Génesis 29:20.
- “Que el esposo dé a su esposa lo que le es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a su esposo. La esposa no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo; así mismo, también, el esposo no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposa. No se priven de ello el uno al otro”, 1 Corintios 7:3-5.
¿Qué dice la Biblia sobre la responsabilidad del hombre en el hogar?
‘Por decreto divino, la responsabilidad de presidir en el hogar descansa sobre el poseedor del sacerdocio (véase Moisés 4:22). El Señor dispuso que la esposa fuese ayuda idónea para el hombre (idónea significa igual), o sea, una compañera apropiada y necesaria para él e igual en todo sentido.
¿Cuál es el matrimonio que vale para Dios?
El matrimonio eterno es esencial para la exaltación Nuestro Padre Celestial nos ha dado la ley del matrimonio eterno para que lleguemos a ser como Él.
¿Qué hacer si tu esposo no quiere luchar por tu matrimonio?
¿Como Dios castiga el adulterio?
Saltar al contenido La traición conyugal. El adulterio en los tiempos modernos Desde la antigüedad, la infidelidad conyugal -o lo que es lo mismo, el tener ayuntamiento carnal con persona que es casada, o siendo ambos los que se juntan casados, haciendo traición a sus consortes (Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española , 1611, 16v)- ha sido considerada como la falta más grave a los deberes maritales.
- Juristas, filósofos y autores cristianos compartieron esta opinión, si bien serán únicamente los últimos quienes, siguiendo los postulados paulinos (Cor;
- I, 6-7), dediquen especial atención a los peligros que para el espíritu entrañaba el quebranto de la fidelidad conyugal;
Serán varias las señas que empleen para recalcar la gravedad de la traición marital. En primer lugar, se trata de un pecado contra un sacramento, el del matrimonio, cosa santa instituida por Dios, por lo que, atentando contra él, se comete gran injuria contra el Creador.
Segundo, el adulterio es equiparable al hurto, por cuanto se roba a la mujer o al marido de sus legítimos esposos. Y tercero, se trata de un vicio contra regla de ley natural – lo que no quieras para ti no lo quieras para otro (Juan Esteban, Orden de bien casar y aviso de casados , 1595, Cap.
VIII)- y conforme a los Evangelios – todo lo que ustedes desearían de los demás, háganlo con ellos (Mateo 7, 12)-. En base a esto, y a lo expuesto por San Pablo en su carta a los Corintios, se insiste con reiteración en varias razones para huir de este pecado: a) por ordenación divina que prohíbe todo género de fornicación; b) por la unión que tenemos con Jesucristo desde el momento en que recibimos el agua del bautismo, que obliga a mantener apartado nuestro cuerpo –como parte del cuerpo de Cristo- de cualquier trato y ayuntamiento carnal realizado fuera del matrimonio; c) por el daño que de este pecado viene al cuerpo, pues con la fornicación atenta el hombre contra su propia esencia, corrompiéndola; y d) por la dignidad de los cuerpos, templos del Espíritu Santo por la gracia del bautismo y la santificación de los demás sacramentos, expuestos a terribles desgracias desde el momento en que se adultera.
- Más allá del debate sobre la categorización de esta contravención a la lealtad matrimonial, es de destacar la severidad con que fue castigada la infidelidad de la esposa en casi todas las épocas y culturas;
El motivo: si de la relación extramarital mantenida por la mujer nacía un hijo, éste podía ser señalado como elemento hostil al buen discurrir de vida familiar, pues provocaba la denominada turbatio sanguinis , término que hace referencia a la ignominia que para el esposo y para la pureza de su linaje suponía la conducta adúltera de su mujer cuando, siendo fértil, sembraba dudas acerca de la paternidad de los hijos, poniendo en entredicho la descendencia natural y la transmisión de la herencia.
Esta distinción, contenida de forma explícita en los códigos legislativos civiles medievales y modernos (Fuero Juzgo, Fuero Real, Partidas, Leyes de Toro y Recopilaciones normativas posteriores), no aparece como tal en la doctrina general de la Iglesia.
El Concilio de Trento (Sesión XXIV, Cap. VIII) condenará de forma general esta práctica, con independencia del sexo, estado, dignidad y condición de los culpables. Es más, mostrará especial fijación por los hombres casados que conservan y mantienen a sus concubinas en sus casas, a la vista de sus mujeres.
- Ahora bien, una cosa es lo que aparece recogido sobre el papel, y otra bien distinta lo sancionado en la práctica;
- Las mujeres tampoco serán consideradas de la misma manera que sus maridos por las autoridades eclesiásticas;
La infidelidad masculina, aunque criticada por la mayoría de los teólogos, fue tolerada y sólo vagamente censurada, mientras que la cometida por la mujer fue objeto de continuas reprobaciones y duros castigos. ¿Y entre las gentes de los Tiempos Modernos? ¿Qué opiniones y qué actitudes se generaron en torno al adulterio? Durante los siglos XVI y XVII la traición conyugal resultó ser un tema obsesivo y ampliamente condenado entre quienes nos precedieron debido a su asociación con la pérdida de la honra y la fama, valores compartidos por el marido y la mujer desde el mismo momento en que contraen matrimonio.
De ahí que –también ellos- consideren especialmente grave la falta cometida por la esposa, porque de su conducta dependía la reputación del varón. La mujer adúltera será vista como una de las peores lacras para la sociedad, pues convertía a su marido en cornudo, ofendía a su familia, descuidaba las responsabilidades propias de su estado y amenazaba la continuidad de la dominación patriarcal.
Sin omitir a aquellos que alzaron la voz para culpar a los maridos del adulterio de sus esposas –caso de Cervantes en El celoso extremeño o de María de Zayas en El prevenido engañado – lo cierto es que lo común fue continuar señalando al sexo femenino como único responsable de la transgresión.
- El empleo recurrente al tema del adulterio en la literatura de los siglos modernos, así como las reiteradas advertencias de los textos morales reflejan, primero, la intemporal ansiedad colectiva de una sociedad obsesionada con el sexo y su relación con el contrato social del matrimonio, y segundo, la extensión que debió alcanzar la práctica de la infidelidad conyugal durante la Modernidad;
La causa principal de este fenómeno habría que buscarla en las condiciones que solían acompañar a los matrimonios. No era el amor lo que llevaba al sacramento. Ni siquiera se consideraba conveniente el que esta “afición” llegase antes de la celebración del enlace.
- De hecho, las relaciones adúlteras estarían más próximas a nuestro concepto actual de amor que las desarrolladas dentro del matrimonio;
- Constituirían una válvula de escape para sentimientos y pasiones de unos esposos que lo son exclusivamente por sometimiento a los intereses de sus familias, que se convierten en víctimas de una práctica nupcial en las que los deseos individuales no cuentan, sobre todo en los grupos medios y altos;
Esto, unido a la imposición eclesiástica y civil de la indisolubilidad del matrimonio, habría fomentado la aparición y difusión de la infidelidad, dejando en evidencia que las reglas, por mucho que se pretenda, no pueden impedir el escape de los sentimientos ni eliminar la satisfacción de los deseos.
Pero la realidad no es tan simple. Marido y mujer no sólo buscaron a través del adulterio un modelo de relación que, a priori, les habría sido negado. La transgresión surge también por otros motivos y esconde otras realidades.
De hecho, tras el adulterio masculino y el femenino encontramos fines muy diferentes. Los primeros, hastiados por las cargas propias del matrimonio, encuentran respiro y libertad en aquellas “amigas” que frecuentan fueran del hogar. Unidos a ellas de por vida o acostumbrados a cambiar de compañera con facilidad, fueron muchos los que no mostraron escrúpulos a la hora de actuar contra lo dispuesto por la Iglesia.
- Las mujeres, por su parte, traicionarán a sus esposos por satisfacer sentimientos no cubiertos en el matrimonio;
- La existencia de relaciones de poder poco equitativas entre los cónyuges no implicaría que las mujeres no buscasen también satisfacer su afectividad y sexualidad fuera del lecho marital;
Y también, por procurarse alimento, vestido o cobijo en situaciones de necesidad económica y desamparo. De hecho, serán los aprietos materiales los que empujen por regla general a las adúlteras a mantener relaciones ilícitas con hombres que ostentan una condición social superior pudiendo procurarles un bocado diario.
Mujeres que han vivido la experiencia de un matrimonio fracasado o que han huido de la compañía de sus maridos a consecuencia de los malos tratos. Toca ahora hacer mención a los cónyuges defraudados; al modo en que reaccionan –o se les aconseja reaccionar- al descubrir el engaño.
A ellos, antes de confirmar la infidelidad de sus esposas, se les recomienda actuar con cordura, evitar los celos y cuestionar la veracidad de los rumores difundidos por la vecindad. Teólogos y moralistas hacen un llamamiento a la sensatez, al sosiego de espíritu y a la confianza en la bondad de la mujer, al tiempo que compelen a eliminar cualquier acción que pudiera ser origen de aborrecimientos y enojos entre el matrimonio.
Se les explica que resulta de mayor utilidad hacer entender a sus compañeras la confianza que tienen en ellas, así como asegurar su guardia y custodia. Las circunstancias cambian cuando se tienen pruebas del delito.
En estos casos, siendo secreto el conflicto, se aconseja disimular la falta de la esposa y ponerle remedio en la intimidad del hogar, desechándose siempre la idea de acabar con la vida de la adúltera. Sólo en el supuesto de que el adulterio se hubiese convertido en asunto de dominio público, se exige la intervención de los tribunales.
Pero no todos los casos de adulterio femenino fueron sellados siguiendo alguno de los procedimientos anteriores. Existen pruebas de la clemencia empleada por algunos maridos para con sus esposas. Nos referimos a las cartas de perdón, otorgadas ante un escribano y testigos, muestras de la concesión formal del perdón a la adúltera y de su readmisión en el hogar conyugal.
No obstante, las cosas no siempre son lo parecen. El contenido de estos documentos obliga a ser precavidos a la hora de extraer conclusiones acerca de las verdaderas intenciones de quienes las otorgaban. Poco parecen haber tenido que ver con la debilidad de quienes las concedieron, las presiones de la moral social o el amor hacia sus esposas.
- Junto al propósito expreso del marido de perdonar a la mujer adúltera, la carta incluía el compromiso del otorgante de no dar mala vida a su esposa; precaución que prueba la existencia de “perdones” que en última instancia no perseguían la reanudación de una vida marital pacífica;
Muy al contrario, muchos de estos esposos “indulgentes” tan sólo habrían procurado con su gracia el regreso al hogar de sus mujeres para poder disponer de ellas libremente y castigarlas según su criterio por el dolo perpetrado contra su honor. Finalmente, no faltaron quienes toleraron los excesos de sus mujeres o, incluso, se sirvieron de ellos para ganarse la vida.
Por regla general se trata de individuos pertenecientes a grupos sociales con pocos recursos, que ven en los regalos del amante a su esposa la posibilidad de salvar situaciones familiares complicadas. Aun a costa de su honor y fama, se dedican a beneficiarse de una situación cómoda, cuando no actúan abiertamente como rufianes cubriéndose con el manto legal del matrimonio.
Más que sufridores, estos esposos eran tenidos por activos beneficiarios de los atractivos de sus mujeres. Tipos dignos de recibir cualquier tipo de burla o desprecio, como queda reflejado en la poesía burlesca de Quevedo. Y pecados castigados por la justicia con el castigo mayor: el presidio africano.
Frente a los consejos dirigidos a los esposos, a las mujeres víctimas de adulterio se les recomienda templanza y contención. Desplazadas por otras mujeres, se esperaba de ellas entereza y resignación. A lo sumo, podían mostrarse serias ante sus maridos para darles a entender el pesar causado por sus flaquezas, tratar de apartarlos del pecado con mansos consejos o encomendar su enmienda a Dios.
Como contrapartida, se criticaba la actitud de quienes, en vez de permanecer sujetas a sus cónyuges, los compelían, acechaban o espiaban para averiguar todo tipo de circunstancias. Suponemos que la mayoría de las mujeres de los Tiempos Modernos aguantaron con paciencia las consecuencias de las incontroladas pasiones de sus esposos.
- No obstante, no todas se amoldaron al ideal propuesto por las instituciones;
- En ocasiones, cuando el cabeza de familia no cumplía con el deber de protección a satisfacción, las mujeres no tuvieron inconveniente en actuar con resolución a fin de enderezar la situación, sin descartar el acudir a los tribunales requiriendo ayuda, en especial cuando el adulterio venía acompañado de otros agravantes relacionados con el desembolso efectuado por los maridos infieles con sus amantes;
La convicción y perseverancia con que algunas se enfrentaron a la situación demuestra el carácter decidido de las protagonistas de estas historias, al tiempo que permite intuir la existencia de ciertas fisuras en el intocable poder patriarcal, rendijas identificadas y aprovechadas por las mujeres para hacer valer sus derechos y emplear los medios dispuestos a su alcance.
Aun así, no podemos omitir a aquellas mujeres que aceptaron convivir no sólo con sus esposos, sino también con las “amigas” de estos y con los hijos resultantes de la relación adúltera. Las esposas que aceptan esta anómala situación lo hacen porque no disponen de los medios necesarios para mantenerse por sí solas, ni quien pueda proporcionárselos.
Prefieren compartir techo con quienes las ofenden y sus vástagos antes que caer en desgracia por haberse despegado de sus incorregibles maridos. Incluso reclaman su liberación de la prisión y regreso al hogar por las penurias que esta situación genera en sus vidas.
En resumen, la conducta adúltera, incluso contraviniendo el orden establecido –desde el mundo de lo civil o de lo religioso-, representa la materialización de unas necesidades, afectivas y/o materiales.
Si estas son las causas, sus consecuencias tienen que ver con la subversión del equilibrio de las instituciones de los que la sociedad se vale para su pervivencia y evolución: la familia, en primer lugar; asimismo la comunidad.
¿Qué dice la Biblia sobre las personas que sufren por amor?
“El amor es sufrido” “Este es el desafío para nosotros: permitir que las enseñanzas de Cristo, magnificadas por el Espíritu Santo, nos guíen hacia Su senda para ver y ser como El es. ” Una de las grandes bendiciones de mi infancia es que mi madre haya pasado bastante tiempo leyéndonos a mi y a mi hermano Howard.
Ella sabia la importancia de los buenos libros y los usaba para enseñarnos y para entretenernos. Esto sirvió para expandir nuestra limitada vida de niños a asuntos que sobrepasaban nuestras experiencias diarias.
La lectura empezó cuando yo era una pequeñuela y Howard, que nació con severas incapacidades físicas y no podía correr, necesitaba atención especial. Mi bendición fue que yo también recibía atención especial. Los libros eran diversos y fueron haciéndose cada vez mas complicados a medida que crecíamos.
Recuerdo rimas infantiles, poesías, cuentos folklóricos rusos, la aventura en la cueva del trueno y las Escrituras. Juntos leímos parábolas, casos como el de la mujer en el pozo, y hasta pasajes abstractos.
Un día nos leyó: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece … “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. “El amor nunca deja de ser” (l Corintios 13:4, 7-8; véase también Moroni 7:45-46 ).
Howard interrumpió la lectura, como a menudo solía hacerlo, con una pregunta como “Que es el amor?” El deseaba saber el significado de lo que acabábamos le escuchar, mientras que yo todavía estaba pensando en el sonido de las palabras.
Sólo quería que continuara la lectura, pero me daba cuenta de que mama estaba satisfecha con la curiosidad de mi hermano. Ella nos enseñó en ese entonces, y lo recalco más adelante, que las buenas preguntas pueden ser importantes si verdaderamente estamos tratando de entender, y que a veces, el encontrar una respuesta buena puede llevarnos toda una vida.
Después, dejó el Nuevo Testamento y nos leyó en el Libro de Mormón: “… pero la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día. le ira bien” ( Moroni 7:47 ).
He allí, en un solo versículo, la esencia concentrada de un concepto trascendental, la definición de una profunda pero comprensible verdad. Lo que escuche ese día sobrepasaba mi entendimiento infantil, pero el espíritu del amor estaba presente y era tan real como cualquier otro aspecto de mi corta existencia.
- Las Escrituras nos dan ejemplos de otras personas que, debido a su curiosidad, se les enseñaron nuevas maneras de pensar acerca del amor;
- En el capitulo 22 de Mateo, un fariseo que deseaba confundir a Cristo le preguntó cual era el mandamiento mas importante;
Cristo le contestó: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente … “y el segundo es semejante: Amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:31, 39). En Lucas, el interprete de la ley que había hecho la pregunta deseaba saber mas.
Tal vez tuviera miedo de malgastar su amor, y preguntó: “¿Y quien es mi prójimo?” (Lucas 10:29-37). Y como respuesta, Cristo narró la parábola del buen samaritano. El samaritano vio lo que otros no pudieron ver.
Hizo lo que pudo y lo que otros no se dignaron a hacer. Lo que hizo lo ennobleció y le ganó nuestra permanente admiración, pues no esperábamos que el samaritano fuera nuestro prójimo (véase Lucas 10:30-37). Nosotros no tentaríamos a Cristo preguntándole a quien deberíamos amar o servir, sin embargo, pienso que a veces no estamos seguros de si realmente lo sabemos.
Para mi es interesante que Jesús haya seleccionado a un samaritano como el ejemplo de “amor sincero” ante los fariseos. Era tan notable su observancia de la letra de la ley que esta enseñanza debe de haber resultado en que por lo menos algunos de ellos vieran desde un nuevo punto de vista y con un nuevo espíritu la libertad para amar que Cristo les ofrecía.
Este es el desafío para nosotros: permitir que las enseñanzas de Cristo, magnificadas por el Espíritu Santo, nos guíen hacia Su senda para ver y ser como El es. Ahora bien, comprender lo que es el amor y la caridad y el ser caritativo no es fácil? y las Escrituras no indican que así seria.
- Aun la frase “el amor es sufrido” requiere una cuidadosa interpretación;
- El “sufrimiento” que puede resultar por causa del amor es el resultado de lo mucho que amamos; nos llega porque otra persona es importantísima para nosotros;
Para evitar esa clase de sufrimiento, tendríamos que renunciar aquello que nos brinda vida, esperanza y gozo: nuestra capacidad de amar profundamente. Para contrarrestar ese sufrimiento que por seguro vendrá al fallecer un ser querido, al verlos luchar contra adversidades o alejarse de sendas correctas, al ver que no nos comprenden o nos traicionan, encontraremos consuelo ejerciendo caridad y amor hacia los demás.
- Al aceptar a Cristo en nuestro bautismo, aceptamos llevar las cargas los unos de los otros y llorar con los que lloran (véase Mosíah 18:8-9);
- Su Espíritu y poder nos consolaran a medida que nos dediquemos a ayudar y amar a los que nos necesiten;
Aunque no es siempre fácil comprender lo que es la caridad, en ocasiones es factible no llegar a comprenderla bien. El aguantar cualquier tipo de maltrato o injusticia que otros nos causen no es caridad ni bondad. Dios nos manda que de la misma manera que lo amamos a El, debemos amarnos y respetarnos a nosotros mismos.
- No es amor el permitir que otros repetidamente nieguen nuestra naturaleza divina y libre albedrío;
- No es amor soportar tales circunstancias, a entregarse a la desesperación y el desamparo;
- Esa manera de sufrir debe terminarse y es muy difícil hacerlo solos;
Hay lideres del sacerdocio y otros siervos comprensivos del Señor dispuestos a ayudar y fortalecer si saben que se les necesita; debemos permitir que otros nos ayuden. Una característica sobresaliente del efecto que causa la comprensión profunda del amor de Cristo es la forma en que ese entendimiento edifica a la persona y la motiva a la acción.
- Julia Mavimbela, miembro de la Iglesia en Soweto, Sud Africa, cuenta cómo su conversión la sacó de la amargura a la fe y le dio fuerza para ayudar a otros a su alrededor;
- Enseñó horticultura para aliviar el hambre y organizó a las mujeres para calmar las contiendas de su país;
En Tailandia, a fines de 1970, la hermana Srilaxana trabajaba como traductora de las Escrituras cinco días a la semana y los fines de semana viajaba, pagando sus propios gastos, para visitar pequeñas Sociedades de Socorro. Estas seguidoras de Cristo hicieron lo que sintieron en su alma que debían hacer para servir a los hijos de Dios.
Hicieron lo que estaba a su alcance y sus ejemplos nos invitan a hacer lo mismo. El servicio compasivo y caritativo es la misión principal de nuestra Sociedad de Socorro. Ya casi somos tres millones de mujeres de todo el mundo que pertenecemos a la organización, y nos regocijamos en nuestra hermandad, grande y variada.
Sabemos que nuestra sociedad, que celebrara su sesquicentenario el próximo año, ha hecho mucho bien. Hemos aprendido que juntas podemos efectuar muchas cosas que sería imposible hacer solas. Pero el objetivo principal de esta sociedad es hacer llegar bendiciones a toda hermana a medida que progresa en su conocimiento del Evangelio de Cristo y refleje ese conocimiento en las decisiones que tome de servir a otros con rectitud.
Durante la Conferencia de octubre del año pasado, el obispo Glenn L. Pace nos aconsejó que miráramos a nuestro alrededor para hacer lo que fuera posible por aliviar el dolor, la soledad y la injusticia en nuestros lugares de residencia.
El prometió que si lo hacíamos, nuestro corazón se llenaría de compasión y que por medio del Espíritu Santo se efectuaría una santificación dentro de nuestra alma, y llegaríamos a ser mas como nuestro Salvador. Con humildad ruego que nuestra fe en Dios nos motive a hacer tal obra y que de esa manera, por medio del Espíritu Santo, podamos conocer el verdadero significado de la caridad y ejercitarla en nuestra vida.
¿Quién manda en la relación según la Biblia?
De acuerdo con la Biblia, el que debe mandar en la casa es el hombre, pero en la práctica quien lo hace es la mujer, porque es facilitadora, al estar más pendiente de las necesidades del hogar e incluso, en muchos casos, es la que aporta.
¿Como debe ser el amor en el matrimonio?
Conclusión – Recalque que el marido y la mujer deben alimentar su amor y amistad. Tienen que mantener vivo su amor al seguir haciendo pequeñas cosas que demuestren afecto y bondad. Deben estar pendientes de las necesidades espirituales, físicas y emocionales de la otra persona, al compartir juntos los gozos y las cargas de la vida.
Deben decidir que jamás van a hacer nada que destruya el amor que es esencial para la relación del matrimonio. Y deben pedir “…al Padre con toda la energía de [sus] corazones, que [sean] llenos de… [caridad]” (Moroni 7:48).
Si los compañeros en el matrimonio siguen totalmente fieles a su compromiso mutuo, el amor que siente el uno por el otro aumentará a través de los años, y llegarán a darse cuenta de que están desarrollando un amor que es verdaderamente como el de Cristo.
- Refiérase a las páginas 12–15 de Matrimonio y relaciones familiares, Guía de estudio para el participante;
- Aliente a los participantes a repasar las doctrinas y los principios de esta lección al: 1) seguir por lo menos una de las sugerenciasde “Ideas para poner en práctica” y: 2) leer el artículo ” Unidad en el matrimonio”, por el presidente Spencer W;
Kimball. Haga notar que los matrimonios pueden recibir grandes beneficios al leer y analizar juntos los artículos de la guía de estudio..
¿Cuál es el papel del marido?
‘Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Deberán, además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo’.
¿Cuál es el rol de la mujer como esposa?
Sumisión – La palabra ” sometidas ” en este pasaje significa “estar bajo autoridad”, “sujetarse a”. Esta palabra se usaba para referirse a un soldado que estaba bajo la autoridad de una persona de rango más alto. Pablo la utiliza 23 veces en sus cartas y siempre lo hace en referencia al orden.
Todas nuestras relaciones – ya sea en la iglesia, la escuela, nuestro país o la sociedad en general – deben tener cierto orden. Todo ciudadano debe someterse a la autoridad justa de un policía, juez, alcalde o presidente (Romanos 13:1).
Todo estudiante debe someterse a la autoridad del maestro. Todos los empleados deben sujetarse a la autoridad de un supervisor o superior en el trabajo (Efesios 6:5-8) y todos los hijos deben sujetarse a la autoridad de los padres (Efesios 6:1-3). Cierto orden debe ser obedecido en la iglesia local donde los miembros de la congregación se sujetan a sus pastores (Hebreos 13:17).
Ninguna de estas relaciones definen nuestro valor, honor o dignidad. Todas ellas describen cierto orden que debe ser respetado para mantener estabilidad en cualquier relación, familia o sociedad. Cuando hablamos del matrimonio, toda esposa está llamada a someterse a su esposo “como al Señor” o sea, como una expresión de su sometimiento a Cristo Jesús como Señor.
Una mujer que se somete a su esposo reconoce, respeta y honra la autoridad del hombre en el hogar. Ella tiene participación en la vida del hogar y respeta el liderazgo, la iniciativa y la toma de decisiones de su esposo. La esposa que se somete sabe que sin ella el hombre está incompleto, ella reconoce el papel clave que tiene en el hogar, y al mismo tiempo sabe que no es independiente de su esposo, por lo tanto no actúa de manera independiente ni da pasos antes que su marido.
- La sumisión también implica no competir por la autoridad, el liderazgo y el control dentro del hogar;
- Competir por ser la cabeza de la familia no es solamente un error, es un pecado;
- Esto se aplica aún en los casos donde el esposo es pasivo, lo cual lamentablemente es muy común;
“Ser buenos seguidores es mucho más difícil cuando no hay buen liderazgo”. [2] Sin embargo, Dios da gracia y el poder del Espíritu Santo a toda mujer que se somete a Su Palabra para que pueda responder ante la pasividad de su esposo con las siguientes palabras: “Me deleito cuando tomas la iniciativa en nuestra familia.
¿Cuál es la mejor edad para casarse según la Biblia?
En el Nuevo Testamento parece haber una laxitud acerca del matrimonio (Hechos 15:29; 1 Cor. 5:11; Gal. 5:16-21). Por un tiempo, los rabinos fijaron la edad mínima para contraer el matrimonio en doce años para las niñas y trece años para los muchachos.
¿Qué dice la Biblia sobre el divorcio y volver a casarse?
LUCAS 16:18 Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera. Aquí es claro que el casarse de nuevo después de divorciarse es un pecado contra el matrimonio.
¿Qué pasa si te casas sin amor?
Consecuencias de casarse sin amor. – Convivir con una persona por la que no sientes nada puede acarrearte muchos problemas, te resumo algunos: -Principalmente puede provocar discusiones entre la pareja por cualquier cosa. -Las discusiones constantes pueden ocasionar que la pareja se falte al respeto con insultos y agresiones.
¿Qué puedes hacer cuando tu pareja se marcha?
¿Qué dice la Biblia sobre las personas que sufren por amor?
“El amor es sufrido” “Este es el desafío para nosotros: permitir que las enseñanzas de Cristo, magnificadas por el Espíritu Santo, nos guíen hacia Su senda para ver y ser como El es. ” Una de las grandes bendiciones de mi infancia es que mi madre haya pasado bastante tiempo leyéndonos a mi y a mi hermano Howard.
Ella sabia la importancia de los buenos libros y los usaba para enseñarnos y para entretenernos. Esto sirvió para expandir nuestra limitada vida de niños a asuntos que sobrepasaban nuestras experiencias diarias.
La lectura empezó cuando yo era una pequeñuela y Howard, que nació con severas incapacidades físicas y no podía correr, necesitaba atención especial. Mi bendición fue que yo también recibía atención especial. Los libros eran diversos y fueron haciéndose cada vez mas complicados a medida que crecíamos.
Recuerdo rimas infantiles, poesías, cuentos folklóricos rusos, la aventura en la cueva del trueno y las Escrituras. Juntos leímos parábolas, casos como el de la mujer en el pozo, y hasta pasajes abstractos.
Un día nos leyó: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece … “Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. “El amor nunca deja de ser” (l Corintios 13:4, 7-8; véase también Moroni 7:45-46 ).
- Howard interrumpió la lectura, como a menudo solía hacerlo, con una pregunta como “Que es el amor?” El deseaba saber el significado de lo que acabábamos le escuchar, mientras que yo todavía estaba pensando en el sonido de las palabras;
Sólo quería que continuara la lectura, pero me daba cuenta de que mama estaba satisfecha con la curiosidad de mi hermano. Ella nos enseñó en ese entonces, y lo recalco más adelante, que las buenas preguntas pueden ser importantes si verdaderamente estamos tratando de entender, y que a veces, el encontrar una respuesta buena puede llevarnos toda una vida.
- Después, dejó el Nuevo Testamento y nos leyó en el Libro de Mormón: “… pero la caridad es el amor puro de Cristo, y permanece para siempre; y a quien la posea en el postrer día;
- le ira bien” ( Moroni 7:47 );
He allí, en un solo versículo, la esencia concentrada de un concepto trascendental, la definición de una profunda pero comprensible verdad. Lo que escuche ese día sobrepasaba mi entendimiento infantil, pero el espíritu del amor estaba presente y era tan real como cualquier otro aspecto de mi corta existencia.
Las Escrituras nos dan ejemplos de otras personas que, debido a su curiosidad, se les enseñaron nuevas maneras de pensar acerca del amor. En el capitulo 22 de Mateo, un fariseo que deseaba confundir a Cristo le preguntó cual era el mandamiento mas importante.
Cristo le contestó: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente … “y el segundo es semejante: Amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:31, 39). En Lucas, el interprete de la ley que había hecho la pregunta deseaba saber mas.
Tal vez tuviera miedo de malgastar su amor, y preguntó: “¿Y quien es mi prójimo?” (Lucas 10:29-37). Y como respuesta, Cristo narró la parábola del buen samaritano. El samaritano vio lo que otros no pudieron ver.
Hizo lo que pudo y lo que otros no se dignaron a hacer. Lo que hizo lo ennobleció y le ganó nuestra permanente admiración, pues no esperábamos que el samaritano fuera nuestro prójimo (véase Lucas 10:30-37). Nosotros no tentaríamos a Cristo preguntándole a quien deberíamos amar o servir, sin embargo, pienso que a veces no estamos seguros de si realmente lo sabemos.
- Para mi es interesante que Jesús haya seleccionado a un samaritano como el ejemplo de “amor sincero” ante los fariseos;
- Era tan notable su observancia de la letra de la ley que esta enseñanza debe de haber resultado en que por lo menos algunos de ellos vieran desde un nuevo punto de vista y con un nuevo espíritu la libertad para amar que Cristo les ofrecía;
Este es el desafío para nosotros: permitir que las enseñanzas de Cristo, magnificadas por el Espíritu Santo, nos guíen hacia Su senda para ver y ser como El es. Ahora bien, comprender lo que es el amor y la caridad y el ser caritativo no es fácil? y las Escrituras no indican que así seria.
Aun la frase “el amor es sufrido” requiere una cuidadosa interpretación. El “sufrimiento” que puede resultar por causa del amor es el resultado de lo mucho que amamos; nos llega porque otra persona es importantísima para nosotros.
Para evitar esa clase de sufrimiento, tendríamos que renunciar aquello que nos brinda vida, esperanza y gozo: nuestra capacidad de amar profundamente. Para contrarrestar ese sufrimiento que por seguro vendrá al fallecer un ser querido, al verlos luchar contra adversidades o alejarse de sendas correctas, al ver que no nos comprenden o nos traicionan, encontraremos consuelo ejerciendo caridad y amor hacia los demás.
- Al aceptar a Cristo en nuestro bautismo, aceptamos llevar las cargas los unos de los otros y llorar con los que lloran (véase Mosíah 18:8-9);
- Su Espíritu y poder nos consolaran a medida que nos dediquemos a ayudar y amar a los que nos necesiten;
Aunque no es siempre fácil comprender lo que es la caridad, en ocasiones es factible no llegar a comprenderla bien. El aguantar cualquier tipo de maltrato o injusticia que otros nos causen no es caridad ni bondad. Dios nos manda que de la misma manera que lo amamos a El, debemos amarnos y respetarnos a nosotros mismos.
No es amor el permitir que otros repetidamente nieguen nuestra naturaleza divina y libre albedrío. No es amor soportar tales circunstancias, a entregarse a la desesperación y el desamparo. Esa manera de sufrir debe terminarse y es muy difícil hacerlo solos.
Hay lideres del sacerdocio y otros siervos comprensivos del Señor dispuestos a ayudar y fortalecer si saben que se les necesita; debemos permitir que otros nos ayuden. Una característica sobresaliente del efecto que causa la comprensión profunda del amor de Cristo es la forma en que ese entendimiento edifica a la persona y la motiva a la acción.
Julia Mavimbela, miembro de la Iglesia en Soweto, Sud Africa, cuenta cómo su conversión la sacó de la amargura a la fe y le dio fuerza para ayudar a otros a su alrededor. Enseñó horticultura para aliviar el hambre y organizó a las mujeres para calmar las contiendas de su país.
En Tailandia, a fines de 1970, la hermana Srilaxana trabajaba como traductora de las Escrituras cinco días a la semana y los fines de semana viajaba, pagando sus propios gastos, para visitar pequeñas Sociedades de Socorro. Estas seguidoras de Cristo hicieron lo que sintieron en su alma que debían hacer para servir a los hijos de Dios.
Hicieron lo que estaba a su alcance y sus ejemplos nos invitan a hacer lo mismo. El servicio compasivo y caritativo es la misión principal de nuestra Sociedad de Socorro. Ya casi somos tres millones de mujeres de todo el mundo que pertenecemos a la organización, y nos regocijamos en nuestra hermandad, grande y variada.
Sabemos que nuestra sociedad, que celebrara su sesquicentenario el próximo año, ha hecho mucho bien. Hemos aprendido que juntas podemos efectuar muchas cosas que sería imposible hacer solas. Pero el objetivo principal de esta sociedad es hacer llegar bendiciones a toda hermana a medida que progresa en su conocimiento del Evangelio de Cristo y refleje ese conocimiento en las decisiones que tome de servir a otros con rectitud.
- Durante la Conferencia de octubre del año pasado, el obispo Glenn L;
- Pace nos aconsejó que miráramos a nuestro alrededor para hacer lo que fuera posible por aliviar el dolor, la soledad y la injusticia en nuestros lugares de residencia;
El prometió que si lo hacíamos, nuestro corazón se llenaría de compasión y que por medio del Espíritu Santo se efectuaría una santificación dentro de nuestra alma, y llegaríamos a ser mas como nuestro Salvador. Con humildad ruego que nuestra fe en Dios nos motive a hacer tal obra y que de esa manera, por medio del Espíritu Santo, podamos conocer el verdadero significado de la caridad y ejercitarla en nuestra vida.